Como escultor y a veces poeta, reconozco que mi obra está muy influenciada por Milton y William Blake y en consecuencia por la kabbalah, de la que eran grandes estudiosos.
La escultura Legiones está distribuida según los 10 sefirot del árbol de la vida kabbalístico. Trata sobre la eterna batalla entre los ángeles, los dioses, y el control del universo y su intervención en lo humano.
Nuestra conciencia, nuestra mente es el campo de batalla de la guerra real que lleva librándose desde el principio de los tiempos y que se refleja en los conflictos físicos. Como es Arriba es Abajo también en esto.
Podríamos decir que el Árbol de La Vida Kabbalístico es una representación física que hace comprensible para la mente humana conceptos metafísicos abstractos, como la manera en la que lo Divino, la Luz, desciende desde el Ein Sof, el Infinito, hasta la realidad física, marcando al mismo tiempo un camino de regreso, de ascenso de lo humano hacia lo divino a través de su propia transformación.
Un sistema de ocultación de la Luz Infinita, como si fuera un sistema de transformadores eléctricos que transmiten una energía primordial inabarcable, cada vez en menor voltaje, hasta el enchufe de nuestra casa para que podamos utilizarla de una manera segura para nosotros. Pero esa Luz Oculta está destinada a ser revelada y elevada de nuevo por cada uno de nosotros, a través de cada dificultad, a través de cada pensamiento, palabra y acción que manifestemos con intención positiva, pues cada pensamiento, palabra o acción que contengan oscuridad, nos aleja de ese camino que nosotros mismos, aunque no podamos recordarlo, decidimos recorrer.
Es la representación de la interacción divina, descrita en ancestrales escritos sagrados, la transmisión de una poderosa tecnología espiritual destinada a ser usada por todos y cada uno de nosotros cada día, a cada instante para ser cocreadores conscientes de nuestra realidad. Porque seamos o no conscientes, somos cocreadores de la realidad que vivimos: la realidad física es un espejo del estado de conciencia individual y colectivo del ser humano.
Una sabiduría para restaurar el acceso a la realidad conocida como Jardín del Edén, un acceso a cada vez mayores frecuencias vibratorias, estados de conciencia elevados y sostenidos que nos permitan acceder a nuevas realidades, a nuevas líneas temporales, más allá de esta matrix, de esta simulación regida por la realidad ilusoria de los 5 sentidos.
Una estructura de 5 mundos: Adam Kadmon (Hombre Primordial), Atzilut (Emanación), Briá (Creación) Yetsirá ( Formación) y Asiá (Acción). Con 10 Sefirot, 10 dimensiones (no 9 y no 11, está escrito): Kéter (Corona), Jojmá (Sabiduría) , Biná (Entendimiento), Jésed (Misericordia), Guevurá (Rigor), Tiféret( Belleza), Netzaj (Victoria), Hod (Gloria), Yesod (Fundamento) y Maljut (Reino). Y que a que a su vez contienen en su interior otros 5 mundos y 10 dimensiones, con infinitas realidades, estando nosotros todavía en lo que llaman Maljut de Maljut del Mundo de Asiá (Acción), en nivel más bajo de esta estructura metafísica, viviendo la realidad del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, de separación, de duda, de confusión…
Cada Mundo y cada Sefirá tiene sus entidades espirituales, sus mensajeros interconectores, puentes entre mundos, ejércitos, legiones de diferentes tipos de ángeles comandados por sus arcángeles. Pero atención, existe también de manera simétrica en sentido contrario, el Árbol de la Muerte con dimensiones de baja frecuencia, oscuridad, habitados también por sus propias entidades energéticas y ángeles negativos a los que alimentamos, energizamos y activamos con nuestras palabras y acciones negativas, con nuestra propia oscuridad, que nos drenan y desean controlar. Nuestra conciencia, nuestra mente es el campo de batalla de la guerra real que lleva librándose desde el principio de los tiempos y que se refleja en los conflictos físicos. Como es Arriba es Abajo también en esto..
Dicen estos sabios que si fuéramos capaces de ver todo lo que nos rodea, nos bloquearíamos e incluso podríamos morir de puro terror. Nuestra propia limitación en lo que somos capaces de ver, de oír, de sentir nos limita y nos protege mientras vamos avanzando en este camino de elevación y de recuperación de nuestra divinidad.
Una sabiduría ancestral disponible para todos pero con un requisito imprescindible: el divino derecho otorgado del Libre Albedrio. Debes desearlo verdaderamente.
La expresión del pensamiento divino en el que no existe ni tiempo, ni espacio ni movimiento.
El por qué esto tiene que ser así daría para mucho más.